Dejamos todo detrás: la historia de partición y luchas silenciosas de Sindhi Hindu

La historia no contada de los sindhis hindú durante la partición: dejar detrás de una patria, llevando solo esperanza (créditos: History_of_modern_india en Instagram)
No hay despedidas, empacando bolsas o mirando hacia atrás, solo las últimas requieren trenes que apestaban a la sangre, junto con caras ansiosas y un silencio tan fuerte que colgaba más leal que las sombras.
El año fue 1947. Mi abuela recuerda, no con un corazón pesado sino un puño lleno de recuerdos. Ella sonríe mientras recuerda las caras de 4 niños que juegan en la terraza todos los días. Los vio compartir Rotis, sombra del árbol Neem e incluso el idioma, Sindhi, uniendo a los niños más con más fuerza que las fronteras. Uno de los niños era mi madre.

«Nos dijeron que nos darían una tierra propia, trabajos para trabajar y amantes de los brazos para darnos la bienvenida a casa todos los días», recuerda mi madre. «Pero cuando llegamos, no había casas, no había familiaridad, ni lenguaje que sonara como el nuestro», dice con una tristeza sentida en sus huesos.

Lakhs de Sindhis se movió buscando «su lugar» durante la mayor migración masiva conocida por la historia humana. Algunos tomaron el tren, y la mayoría fue en barco, todos con nada más que esperanza, dejando atrás la tierra, las riquezas y, sobre todo, los recuerdos. Desde entonces, desde libros de texto de historia hasta películas y novelas, ha habido esfuerzos continuos para documentar las narrativas de la partición, pero la experiencia de Hindu Sindhis se ha pasado por alto en gran medida. Lo que queda de Hindu Sindh ahora son las familias que se reconstruyen en silencio, tratando de recordar las canciones en su lengua materna y luchar todos los días para mantener viva la cultura.


Y, sin embargo, años después, mi abuela juró por un discípulo: «El primer idioma que aprenden mis hijos y los nietos serán sindhi», decía. Porque si nuestra tierra se perdió, lo menos que podíamos hacer fue aferrarse a la lengua que una vez resonó en nuestras templos, nuestras canciones, nuestras historias. Es su forma de preservar nuestra cultura, nuestra patria que ya no existe en el mapa, sino que vive en la memoria, en conversaciones de cocina, historias antes de acostarse y oraciones.



