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Cómo la muerte de un estudiante en México plantea preguntas sobre la violencia policial | Noticias policiales

Una tradición de protesta

Mactumatza, la escuela que asistió Vásquez, se encuentra en las afueras de la ciudad, no lejos de la carretera donde murió.

Es parte de una red nacional de escuelas normales financiadas por el gobierno, también conocidas como colegios de capacitación docente, donde los estudiantes de bajos ingresos pueden disfrutar de la matrícula y la junta gratuitas.

La historia de las escuelas normales de México se remonta a las décadas de 1910 y 1920, cuando el país estaba emergiendo de su período revolucionario. Muchos de los planes de estudio de las escuelas enfatizan la justicia social, y se alienta a los estudiantes a tomar empleos en comunidades desatendidas.

Pero ese espíritu revolucionario también ha convertido los cascanos de las escuelas normales para el activismo. «Normalistas», como se llama a los estudiantes, tienen una larga tradición de protesta.

A veces bloquean las carreteras. Otras veces, ocupan puestos de peaje. Una de sus actividades más famosas es el comandante no violento de los autobuses locales: la práctica es tan común que muchos conductores de autobuses saben que simplemente se hacen a un lado cuando su vehículo está abordado.

El profesor Tanalis Padilla, historiador del Instituto de Tecnología de Massachusetts, dijo que la reacción pública a tales protestas ha sido mixta. Algunas personas apoyan a los estudiantes de todo corazón. Otros, dijo, expresan molestia en «los niños radicales de nuevo en las calles».

Según Padilla, la cobertura de noticias negativas ha contribuido a ese escepticismo. «Es seguro decir que los medios siempre han estado en contra de ellos, llamándolos vándalos y cosas así».

Padilla explicó que esta percepción proviene del programa educativo en las escuelas normales, que se basa en la política socialista y colectivista.

«Con la Guerra Fría en los años 70 y 80, los medios de comunicación retratarían a las escuelas como semilleros de radicalismo y perturbaciones sociales», dijo.

A lo largo de los años, numerosas protestas normales han culminado en enfrentamientos violentos con la policía e incluso la muerte.

El incidente más infame tuvo lugar en septiembre de 2014, cuando 43 estudiantes del Ayotzinapa Rural Teachers ‘College, otra escuela normal, se hicieron cargo de un autobús en el estado de Guerrero. Planearon usarlo para unirse a una protesta en la Ciudad de México.

Lo que sucedió después sigue sin estar claro. Pero se cree que los estudiantes fueron secuestrados y asesinados con el conocimiento de la policía local.

Ninguno de los estudiantes fue visto nuevamente con vida nuevamente. Los restos carbonizados pertenecientes a tres de los estudiantes de Ayotzinapa se identificaron más tarde mediante pruebas de ADN.

El caso de Ayotzinapa obtuvo la indignación generalizada y el apoyo a Normalistas en México y en el extranjero.

«Lo que sucedió fue tan impactante y vicioso que hubo una reacción general de simpatía» hacia Normalistas, explicó Padilla.

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