Caso de asesinato de Darandar (Foto: Instagram/ @y4tarpido)

Caso de asesinato de Darandar (Foto: Instagram/ @y4tarpido)

El 28 de agosto de 1952, C. Alavandar, un vendedor de correspondencia de Chennai, desapareció sin rastro. Su empleador en Gem and Co., Kannan Chetty, informó su desaparición. Lo creas o no, pero al día siguiente, los pasajeros a bordo del Indo-Ceylon Express notaron un olor desagradable proveniente de un baúl en un compartimento de tercera clase.

Cuando el tren se acercó a Manamadurai, la policía de ferrocarril abre el baúl. Dentro se encontraba una vista horrible: un cuerpo sin cabeza. Sin pistas inmediatas, los investigadores se quedaron con un misterio escalofriante: ¿quién era este hombre y quién había cometido un acto tan brutal?

Una cabeza cortada en la arena

Días después, las olas que lamían contra Royapuram Beach en Chennai descubrieron otra pista: una cabeza humana, parcialmente enterrada en la arena. El jefe y el torso fueron enviados al departamento forense de Madras Medical College, y se confirmó que pertenecían al mismo hombre.

La esposa de Alavandar fue llamada para su identificación. Pero la confirmación final provino de una fuente poco probable: su profesión. Como ex soldado, las huellas digitales de Alavandar habían sido almacenadas en los registros del ejército indio británico. Se encontró una coincidencia. El hombre asesinado era de hecho C. Alavandar.

Una red de amor, traición y venganza

Cuando los investigadores cavaron más profundamente, desentrañaron una historia de romance, obsesión y traición. Alavandar, un hombre casado con dos hijos, no solo vendía bolígrafos, era conocido por sus numerosos asuntos. Junto con la compañía Pen, la misma compañía vendió Sari. Esto es lo que usó para su ventaja. Cortó a las mujeres, a menudo les daba saris costosos al precio más bajo, o incluso de forma gratuita, y podían devolverle las cuotas. Hizo muchos amantes con su negocio de sari. Como muchos, uno de sus amantes pasados ​​era Devaki Menon, quien había tratado de seguir adelante. Se había casado con Prabhakar Menon, con la esperanza de dejar atrás Alavandar. Pero se negó a dejarlo ir.

Siguieron las amenazas y el acoso. Alavandar quería que Devaki regresara. Desesperados por liberarse, Devaki y Prabhakar idearon un plan mortal.

El 28 de agosto, Devaki atrajo a Alavandar a su casa en Cemetery Road en Chennai. Lo que sucedió después fue brutal: Alavandar fue asesinado, su cabeza cortada y enterrada en Royapuram Beach. Su cuerpo estaba metido en un baúl y se fue en el tren, un esfuerzo escalofriante para deshacerse de la evidencia. La pareja huyó a Bombay, pensando que habían dejado atrás el pasado.

Una pluma fuente resuelve el crimen

No era una ciencia forense o un testigo lo que rompió el caso, era una pluma fuente. El mismo bolígrafo, cuya compañía Alavandar solía trabajar.

En la escena del crimen, la policía encontró una pista única y aparentemente insignificante: una pluma de la fuente con el logotipo de Gem and Co. Este pequeño objeto llevó a los investigadores a regresar al lugar de trabajo de Alavandar, donde su empleador confirmó su desaparición.

Con sospechas, la policía rastreó a Devaki y Prabhakar hasta Bombay. Fueron arrestados y llevados de regreso a Chennai, preparando el escenario para una de las pruebas más sensacionales de la época.

El juicio y el veredicto

La sala del tribunal se llenó a medida que se desarrollaba el juicio. La defensa, dirigida por el abogado Bt Sundararajan, argumentó que el asesinato no fue premeditado asesinato pero un acto de «provocación grave». El jurado estuvo de acuerdo.

El 13 de agosto de 1953, el tribunal sentenció a Prabhakar Menon a siete años de riguroso encarcelamiento por homicidio culpable, mientras que Devaki recibió una sentencia de tres años. Muchos cuestionaron la clemencia del veredicto, sospechando la simpatía del juez por el acusado.

Después de cumplir su tiempo, Prabhakar y Devaki se mudaron en silencio a Kerala. Comenzaron una tienda de té, que luego se convirtió en un negocio hotelero próspero. Su pasado, una vez salpicó en los titulares, se desvaneció en la oscuridad.

Sin embargo, el caso Alavandar dejó una marca duradera en la historia forense india. Se convirtió en un caso de libro de texto, que ilustra el papel de la evidencia forense y las pistas inesperadas, como una pluma fuente fuera de lugar, en resolución de crímenes.



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