‘Jets Rafale, mitos de drones, reclamos de víctimas civiles’: cómo Pakistán alimentó una ofensiva de propaganda con psicópatas digitales

Justo antes del amanecer del 7 de mayo, un ataque aéreo indio calculado sacudió campamentos terroristas dentro del territorio paquistaní. Mientras que Nueva Delhi subrayó la precisión quirúrgica de su misión, a través de la frontera, el caos se derramó en pantallas y plazos, ya que los medios paquistaníes e influenciadores sociales pintaron una imagen muy diferente. Lo que siguió no fue solo un enfrentamiento militar, sino un ataque digital, una campaña orquestada de desinformación y guerra psicológica destinada a dar forma a la percepción global.
El ataque aéreo de precisión de la India, destinado a desmantelar amenazas terroristas inminentes, provocó una guerra de propaganda inmediata en las redes sociales paquistaníes. Mientras que los funcionarios indios enfatizaron que la operación solo atacó a la infraestructura terrorista no estatal, los informes paquistaníes acusaron a la India de bajas civiles, alegando que una niña de 15 años murió y otras 29 resultaron heridas cuando supuestamente una zona escolar fue golpeada. Estas afirmaciones siguen siendo no verificadas por observadores independientes.
Las plataformas sociales en Pakistán pronto se inundaron con videos e imágenes que pretendían mostrar las secuelas de la huelga. Sin embargo, se descubrió que muchos eran reciclados o engañosos, señalando un intento coordinado de engañar a la comunidad pública e internacional. Los verificadores de datos marcaron varias publicaciones como información errónea, con contenido que va desde imágenes obsoletas hasta imágenes completamente no relacionadas.
Un punto focal de la campaña fueron los aviones de combate Rafale de la India. Visto en Pakistán como símbolos de la superioridad del aire indio, las Rafales se convirtieron en objetivos de afirmaciones falsas. Las publicaciones sugirieron que estos aviones fueron interceptados o derribados, a pesar de la ausencia de evidencia creíble. Esta narración aparentemente fue diseñada para erosionar la ventaja militar percibida de la India e inflar las capacidades defensivas de Pakistán.
Los medios de comunicación de Pakistán también lanzaron una contra-narrativa contra los medios de comunicación indios, acusándolos de exagerar el éxito de la huelga y difundir falsedades sobre su alcance. Los comentaristas paquistaníes insistieron en que India se había perdido objetivos de alto valor y alcanzó ubicaciones intrascendentes, intentando replantear el evento como un truco de propaganda fallido por Nueva Delhi.
Al intensificar aún más la guerra de la información, los influencers con sede en Pakistán promovieron historias con cargos emocionalmente de huelgas de drones en las zonas civiles. Estas publicaciones, enfatizando los presuntos ataques en las escuelas, fueron creados para enmarcar a India como un infractor de las normas internacionales y los derechos humanos. A pesar de que no se informaron a los drones indios, las publicaciones en las redes sociales glorificaron la respuesta militar de Pakistán, reclamando el control total sobre su espacio aéreo.
Mientras tanto, India sostuvo que su objetivo era limitado: dirigirse a grupos terroristas y no a civiles o infraestructura estatal. Las fuentes de defensa india también desestimaron las afirmaciones paquistaníes no verificadas de ataques de represalia a los territorios indios, afirmando que dichos intentos fueron frustrados por los sistemas de defensa aérea, incluido el S-400.
Con tensiones a fuego lento y sin violación confirmada del espacio aéreo indio, el incidente expuso la profundidad de la dependencia de las psicológicas digitales como una herramienta de conflicto moderno. El bombardeo de las redes sociales de Pakistán, dirigido a la tranquilidad doméstica y la simpatía global, subrayó un patrón más amplio de usar información errónea para compensar las brechas estratégicas y tecnológicas.