Ksenia Karelina, residente de Los Ángeles, fue liberada en un intercambio de prisioneros. El ciudadano ruso-estadounidense fue acusado por el servicio de seguridad FSB de Rusia de recaudar dinero para una organización ucraniana que proporcionó armas al ejército ucraniano. La organización en cuestión negó recaudar dinero para armas o municiones, diciendo que se centró en la ayuda humanitaria y el alivio de los desastres. A cambio, Estados Unidos liberó a Arthur Petrov, acusado de exportar ilegalmente microelectrónicas a Rusia para los fabricantes que trabajan con el ejército ruso.