Noticias destacadas

El Cáucaso del Sur se está resbalando del alcance de Rusia | Vladimir Putin

El reciente brote entre Rusia y Azerbaiyán es mucho más que una disputa diplomática: marca un posible punto de inflexión en el equilibrio de poder en el Cáucaso del Sur.

El 27 de junio, las Fuerzas Especiales rusas realizaron una incursión violenta sobre azerbaiyanos étnicos en Yekaterinburg, una ciudad industrial en la región de ural de Rusia. Según los informes, varias personas fueron detenidas, varias resultaron heridas y dos hermanos azerbaiyanos, Ziyaddin y Huseyn Safarov, murieron bajo custodia en circunstancias sospechosas. Las autopsias revelaron un trauma de fuerza contundente y las costillas rotas, contradiciendo las afirmaciones rusas de que los hombres murieron de insuficiencia cardíaca. Los sobrevivientes informaron palizas, electrocución y tratamiento degradante. Lejos de ser visto como una acción de aplicación de la ley de rutina, la operación ha sido ampliamente interpretada en Bakú como un acto de intimidación políticamente motivado, lo que provoca una fuerte condena de los funcionarios azerbaiyanos y una ola de ira del público.

El 1 de julio, el embajador de Azerbaiyán en Rusia, Rahman Mustafayev, entregó una protesta formal a Moscú, denunciando lo que describió como el asesinato ilegal y el maltrato de los ciudadanos azerbaiyanos, incluidos los nacionales duales. Esta consecuencia diplomática se desarrolló justo cuando Baku lanzó su propia represión de alto perfil contra el crimen organizado, una que incluyó especialmente el arresto de varios ciudadanos rusos, algunos supuestamente vinculados a los medios de comunicación financiados por Kremlin y otros acusados ​​de ciberfraudio y tráfico de drogas. Entre los detenidos estaban el personal local de Sputnik Azerbaiyán, la agencia de noticias rusa estatal. Si bien los dos episodios no están relacionados oficialmente, el tiempo sugiere que Azerbaiyán está señalando un rechazo de la coerción externa y afiriendo su soberanía con nueva intensidad.

Estos desarrollos reflejan un cambio geopolítico más profundo. Las palancas tradicionales de influencia de Rusia en el espacio postsoviético, alianzas militares como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO), la dependencia energética y el poder blando a través de los medios de comunicación en idioma ruso, se están debilitando. TENGADO POR LA GUERRA EN UCRANA Y SANCIONES INTERNACIONALES, el Kremlin ha recurrido cada vez más a la vigilancia de la diáspora, espectáculos simbólicos de fuerza y ​​retórica nacionalista para mantener el control. La redada de Yekaterinburg parece ajustarse a este patrón: una demostración de poder dirigida a una antigua república soviética ahora esconder un camino más independiente.

La política exterior tradicionalmente equilibrada de Azerbaiyán ahora está entrando en una fase más asertiva. Durante años, Baku navegó cuidadosamente sus relaciones con Rusia, Occidente y Turkiye. Pero los eventos de la semana pasada han marcado un cambio claro: Azerbaiyán está adoptando una postura más firme contra la presión del Kremlin mientras profundiza su alineación estratégica con Ankara. Esta alianza en evolución no solo está fortaleciendo los lazos bilaterales, sino que fomenta una integración regional más amplia a través de organizaciones como la Organización de los Estados Turcicos (OTS).

Las implicaciones se extienden mucho más allá de Azerbaiyán. La relación deteriorada de Moscú con Bakú puede desencadenar una realineación más amplia en Asia Central. Kazajstán ya ha tomado medidas para distanciarse de la influencia rusa, mientras que Armenia, bajo el primer ministro Nikol Pashinyan, ha cuestionado públicamente la confiabilidad de las garantías de seguridad rusas. Kirguistán y Uzbekistán están fortaleciendo simultáneamente los lazos con Turkiye y China. En este contexto, el desafío de Azerbaiyán señala no una disputa aislada, sino una erosión más amplia del poder blando de Moscú en la antigua esfera soviética.

Para el Kremlin, las herramientas diplomáticas tradicionales están demostrando ser cada vez más ineficaces. En Azerbaiyán, la indignación pública por las muertes en Yekaterinburg está ayudando a dar forma a la política exterior de una manera que va más allá de la creencia formal. Moscú ahora enfrenta la verdadera perspectiva de que Bakú se incruste firmemente en la órbita geopolítica turca, que respalda proyectos como el corredor Zangezur y reforzan un eje turco transcaspiano que se extiende desde Anatolia hasta Asia Central. Esta visión contrasta con el proyecto de la Unión Económica Euroasiática (EAEU) del Kremlin, que ahora se parece más a una construcción simbólica que a una alianza significativa.

Mientras tanto, el panorama de los medios se ha convertido en otro campo de batalla. Los puntos de venta de estados rusos, particularmente figuras de marca de fuego como Vladimir Solovyov, han adoptado abiertamente la retórica anti-azerbaiyana, avivando las tensiones étnicas y religiosas. Estos ataques difuminan la línea entre el periodismo y la propaganda estatal, inflamando aún más las tensiones bilaterales y socavando los protocolos diplomáticos tradicionales.

Sin embargo, en medio de las tensiones crecientes, Azerbaiyán enfrenta una rara oportunidad estratégica. Si se gestiona sabiamente, Bakú puede aprovechar este momento para fortalecer su papel de liderazgo dentro del mundo turco y restablecer su relación con Rusia en términos más iguales. En los próximos años, Azerbaiyán tiene el potencial de emerger no solo como un centro de energía clave, sino como un actor geopolítico central en el Cáucaso del Sur y más allá.

La redada de Yekaterinburg no es simplemente una cuestión de vigilancia nacional. Es un síntoma de la desglose acelerada del agarre de Moscú sobre su «cercano en el extranjero». Lo que sucede después, si Rusia se adapta a la dinámica cambiante o intenta reafirmar el control a través de medios más coercitivos, dará forma al próximo capítulo de la geopolítica euroasiática. Una cosa ya está clara: el equilibrio regional de poder es cambiar, y Azerbaiyán se encuentra directamente en el centro de esa transformación.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de Al Jazeera.

Enlace de origen

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba