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Conoce a Sanjeet Gangani, el bailarín criado en una casa de ghungroos y grandeza

Sanjeet Gangani
Para Sanjeet GanganiEl baile no es solo el rendimiento, es pulso, respiración y herencia. Un artista kathak de tercera generación de lo ilustre Jaipur GharanaLleva hacia adelante un legado enraizado en fuerza, velocidad y precisión. Como hijo de legendario Maestro de Kathak Pandit Rajendra Gangani y nieto de Pt. Kundan Lal Gangani, Sanjeet, literalmente, nació en el ritmo. «Fue a mi alrededor desde el principio», dice. «No elegí a Kathak; Kathak me eligió».

Criado en una casa donde las bolas de tabla resonaron en los pasillos y los ghungroos intervino durante todo el día, sus primeros recuerdos están mezclados con Taal y Laya. Los íconos de la danza clásica eran nombres familiares e invitados frecuentes. Recuerda haber visto a Sitara Devi Ji y Birju Maharaj ji actuar a fines de cerca cuando era niño, experimentadas que, aunque lo ordinaron para él, sembraron en silencio las semillas de una devoción de por vida.

Un legado que fluye a través de las generaciones

La historia de la familia Gangani comienza en Gaon Badabar, Churu, Rajasthan. El abuelo de Sanjeet, Pt. Kundan Lal Gangani se le atribuye la difusión de Jaipur Gharana en toda la India. Enseñó en Bombay, Baroda, Jaipur, y luego se convirtió en un venerado gurú en Kathak Kendra en Delhi, sentando las bases de una tradición rica y rigurosa. En Delhi, su hijo Rajendra Gangani elevó aún más la presencia y la pedagogía de Gharana.

Hoy, Sanjeet representa la continuación de este viaje cultural. En Triveni Kala Sangam en Delhi, no solo actúa sino que también enseña. «Mi abuelo llevó a Jaipur Gharana de un pequeño pueblo a plataformas nacionales. Mi padre modernizó su alcance y refinó su técnica. Ahora, veo mi papel como alguien que vive y enseña la forma como una práctica en evolución pero arraigada», comparte.

Aprendizaje por ósmosis

El ambiente en casa era de aprendizaje constante. Incluso sin instrucción formal en los primeros años, Sanjeet absorbió a Kathak a través de la observación: sus ensayos del padre, discusiones sobre la danza en la mesa del comedor y las cadencias de bols que se recitan en una conversación casual.

A medida que crecía, comenzó a acompañar a su padre a actuaciones y talleres. Lo que dejó una impresión duradera no fue solo la brillantez de las actuaciones, sino la dedicación que entró en ellas. «Todos los días, mi padre ensayaba con nueva energía. Incluso cuando realizaba la misma pieza, nunca se veía igual. Fue entonces cuando me di cuenta de lo profunda que es esta forma de arte. No hay límite para cuánto puedes crecer».

Tallando su propio camino

Mientras reverde la tradición, Sanjeet también está tallando un espacio que refleja su individualidad. «Inicialmente, cuando comienzas a bailar, estás imitando. Estás tratando de hacer que todo sea técnicamente perfecto. Pero lentamente, a través de la práctica y la introspección, tu propio estilo comienza a formarse», dice. Ese estilo, para él, se trata menos de coreografía y más sobre la alineación espiritual, cuando el bailarín, el ritmo y la emoción se fusionan sin problemas.

Recuerda los años pandemias como fundamentales para esta transformación. Con las actuaciones detenidas, pasó meses en práctica tranquila, entrenando bajo la guía de su padre. «Esa vez fue interna», dice. «Sin la presión de realizar, descubrí una relación diferente con Kathak, una de la rendición».

El sonido del hogar

En el hogar de Gangani, el silencio es raro. Bailar, literalmente, llena cada habitación. «Alguien siempre está practicando, en cada piso», se ríe Sanjeet. «Incluso mi madre recita a Tihais mientras cocina. Es solo parte de la vida». Hay un ritmo tácito que une a la familia, una comprensión compartida de las complejidades de la forma y la disciplina que exige.

Tradición más allá del género

La danza clásica en la India todavía tiene expectativas de género, especialmente para los bailarines masculinos. Pero Sanjeet dice que tuvo la suerte de crecer en un entorno donde el baile nunca se vio a través de la lente de masculinidad o feminidad. «En nuestra casa, el baile era sobre expresión, no de identidad», dice. «Jaipur Gharana siempre se ha asociado con el poder y el vigor. Exige cierta fisicalidad, pero también gracia, claridad y profundidad. Ese equilibrio no tiene nada que ver con el género».

Kathak como una forma de vida

Hoy, Sanjeet divide su tiempo entre actuar, enseñar y practicar. Su enfoque para Kathak va más allá del rendimiento: es una práctica diaria meditativa. «Hay un punto en el que deja de ser sobre impresionar a una audiencia y se convierte en conectarse con algo más grande», dice. Para él, esa conexión se encuentra en la memoria de su gurús, el linaje que lleva y el potencial infinito de la forma.

Mientras entrena a los estudiantes jóvenes y sube al escenario él mismo, Sanjeet continúa explorando nuevos significados en las antiguas composiciones, lo que permite que cada actuación se convierta en una nueva oferta. «Kathak no es estática. Vive, respira y crece contigo», dice. Y en las manos de Sanjeet Gangani, y los pies, que el legado de la vida continúa resonando.



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