A pocos metros del obelisco en el centro de la Plaza de San Pedro que simboliza el poder eterno de la Iglesia, los visitantes del Vaticano salen de la basílica de San Pedro y se acercan al personal de L’Ossservatore Romano, que distribuyen ediciones especiales del periódico diario del Vaticano.

El número especial, publicado ayer, conmemoró al Papa Francisco el día de su muerte.

Entre los que recogen una copia se encuentra Milwaulk Anthony Navarrosa, un sacerdote estudiantil de la Arquidiócesis de Cádiz en Filipinas. Llegó al Vaticano para ver el cuerpo de Francis: «No fue posible hoy, pero volveré mañana», dice mientras enrolla el periódico en sus manos.

Navarrosa, quien actualmente está escribiendo su tesis sobre la encíclica «Amoris Laetitia» del Papa en 2016, recuerda la reunión de Francis en 2021 y dice que esperaba volver a encontrarse con él. «No estoy preocupado por el futuro de la iglesia, porque está guiado por el Espíritu Santo», dice.

Menos preocupado por el futuro de la iglesia, pero más por el de todo el mundo son William Koziel y John Whitehouse, de 67 y 64 años, que acaban de salir de la oficina de correos del Vaticano al lado de la plaza.

«Mi esposa envió una casa postal», dice Whitehouse, quien es de Chicago, «recordar estos días en el Vaticano».

Agrega que su viaje al Vaticano había sido planeado durante mucho tiempo: «Pero estamos muy agradecidos de estar aquí en un momento tan importante».

En un momento que dice Whitehouse, está lleno de odio y política que busca consenso al dividir a la humanidad, Francis «en cambio buscó unir a las personas», dice, y agrega: «Es por eso que estamos preocupados por el futuro del mundo ahora que se ha ido».

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